Óleo sobre lienzo de mi querido padre Juan Tarrero Aracil. Discurre la tarde sosegada y ardiente; al abrigo de mi dermis, la leve brisa del mar extiende su manto. La nostalgia me envuelve; los recuerdos van y vienen. ¡Cómo dos cuerpos errantes pretenden encontrarse en pasado y presente! Fueron dos piedras redondas y planas, nuestros nombres grabados, cuatro golpes la mía, tres la tuya y bien rebotada. Testigos de nuestro camino tus huellas junto a las mías, por olas adormecidas borradas, como final del destino. La barcaza del pescador anclada en la arena sirvió de apoyo y almohada, tantas estrellas contamos como granos de arena en tus manos. Cuando despunte el alba como chispas de la mar quiero ver tus ojos brillar, ese aroma y de ese aliento a dama de noche gozar. Entre besos y caricias fluya mi sangre y riegue mi cuerpo, para entender que sigo vivo y que no es un sueño lo que estoy viviendo. Juan Tarrero Sarabia
Muy bueno Juan. Besitos.
ResponderEliminarGracias Teresa.
EliminarUn fuerte abrazo.
Un pensamiento muy bonito es este retazo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias Elda.
EliminarUn fuerte abrazo.
Excelente frase.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias Amalia.
EliminarUn fuerte abrazo.
¡Preciosoooo!
ResponderEliminarMuchos besos.
Muchas gracias querida amiga.
EliminarUn fuerte abrazo.
Gracias amiga mía por pasar y quedarte.
EliminarUn fuerte abrazo Montse.